Los hijos suelen ser los artífices del cambio de una vivienda. Al principio, mientras son bebés, puedes apañártelas perfectamente en un piso pequeño, de apenas un dormitorio y con gato incluido. En esta etapa, el niño se siente protegido en un espacio acotado y con la atención constante de sus progenitores. Pero cuando va creciendo, su personalidad va progresando y tiene que desarrollar su independencia.
Es entonces cuando su propio dormitorio adquiere relevancia dentro de la vivienda. Es el espacio testigo de su evolución personal y debe ser un sector acorde a sus cualidades y aptitudes y que refleje lo mejor de sí mismo. Por tanto, esta elección no debe dejarse al azar ya que el espacio es la conexión con la persona.
Una elección errónea puede provocar desajustes en su comportamiento o problemas en los estudios o con los amigos.
Por eso, conforme el niño va creciendo, es importante ser consciente de sus cualidades innatas. De esta manera será más sencillo encaminar su aprendizaje, sabiendo si es un niño activo o tranquilo, rebelde u obediente y qué métodos de enseñanza y educación serán los más apropiados y asignarle la estancia más adecuada para él.
En la vivienda, quizás necesite un espacio que fomente el hábito de estudio, que enfoque su creatividad o que acote su atención. Según las cualidades de cada niño, existen estancias más adecuadas para su desarrollo, según sea su orientación, luminosidad, ruido o su posición dentro de la vivienda.
Cada lugar de la casa habla de las potencialidades de la persona, pero también de sus dificultades. Por eso, saber cómo conectar las mejores zonas con el uso que se le asigna y con cada miembro de la familia es la clave para una vida feliz.
Hoy nos enfocamos en dos prototipos, el niño solitario y el niño hiperactivo.
EL NIÑO INTROVERTIDO, TÍMIDO O VERGONZOSO
A pesar de lo que se cree, existen grandes diferencias entre la introversión, la timidez y la vergüenza. Se suelen asociar con la soledad, aunque no significa que esto sea un defecto.
Hay niños que son introvertidos, y al contrario de lo que se cree es una gran cualidad. Según dice la Dra. Alejandra Vallejo-Nájera, el niño introvertido está encantado de estar consigo mismo, no necesita estar en grupo para sentirse bien. Suelen ser personas observadoras y que mantienen las distancias. Pueden parecer antipáticos pero ello es debido al rol negativo que se le asocia a este tipo de personas, pero no es así. Una persona introvertida tiene una gran vida interior y no sufre. Sufre sólo si los demás se empeñan en decirle erróneamente que es tímido y vergonzoso y que “tiene que estar con más amigos”, y lo cree.
Por otro lado, un niño tímido tiene sensación de inseguridad al estar con otras personas. Es una condición que les lleva a pensar que tienen miedo a los demás, extrañan a la gente porque no se sienten seguros. Eso les provoca sufrimiento. Estos niños deben aprender a cultivar la confianza en sí mismos y
En cambio, un niño vergonzoso posee una emoción frustrante provocada por un episodio humillante acentuado por otras personas “colaboradoras”. Este episodio se incrementa por un ser superior (un niño más fuerte, un profesor…) que ridiculiza al niño en una situación concreta. Se crea entonces miedo a la opinión de los demás. Y esto es una condición que puede durar toda la vida.
Estos niños necesitan equilibrar estas emociones mediante una posición que les motive a estar en contacto con el exterior sin miedo y evitar una soledad permanente. El contacto con otras personas ofrece un aprendizaje continuo y fomenta las habilidades sociales.
En la vivienda, es conveniente que estos niños pasen el mayor tiempo posible en estancias predominantemente yang o activas y con una estructura energética positiva. Es bueno que escuchen música, que practiquen deporte y fomentar en ellos actividades en grupo. Puedes preparar con ellos algún plato fácil en la cocina o cantar en el salón (ambas son estancias yang).
A estos niños les favorecen los dormitorios alegres, luminosos y creativos. Dormir con el cabecero de la cama orientado a su dirección Yan Nien, además, refuerza su comunicación y las relaciones con los demás.
EL NIÑO HIPERACTIVO
El niño hiperactivo es una persona especial, un pequeño maestro que enseña a tomar otro rumbo a las personas que les rodean, a vivir el momento presente y la atención plena. Sí, es cierto que estos niños tienen grandes dificultades para el aprendizaje, suelen hacer mil cosas a la vez y les es difícil enfocarse en una actividad durante mucho tiempo. Parecen no hacer caso a los demás y suelen ser niños molestos.
Pero en mi opinión personal, son niños que no se adaptan a un sistema, muchas veces rígido y que no acepta la pluralidad. Tienen una gran lucha interior entre lo que sienten y piensan y lo que se encuentran en la realidad. Viven en un mundo que va a mil por hora, mientras que sus actos dirigidos son lentos. Por eso no encajan y sufren.
Los niños hiperactivos necesitan canalizar el gran torrente de energía que poseen para llevar a cabo sus propósitos. Son pequeños grandes genios, encargados de hacer realidad los logros que hacen avanzar a la sociedad. Son artistas.
Es importante ser conscientes de que son niños normales, pero con otras cualidades, que son diferentes y precisan de métodos diferentes. Y por supuesto, atención, cariño y empatía. Recuerda que si tú te sientes bien, estás tranquilo y no pierdes los nervios, tu hijo estará bien porque es lo que absorbe. Es bueno enseñarles a meditar para que intenten sosegar la mente.
En la vivienda, los lugares predominantemente yin o pasivos, con ambientes tenues, de colores suaves y poco ruidosos equilibran a un niño hiperactivo. Además, se beneficia de mayor estabilidad emocional si su cama está orientada hacia su dirección personal Fu Wei, orientación que calma la energía.
Como ves, distintos patrones del subconsciente fomentan distintas conexiones con el lugar. Tener el lugar apropiado para cada uno es cuestión de ser consciente del entorno, de las emociones que tenemos en ese entorno y de las acciones que dibujan cada experiencia. Sin olvidar que un espacio dado es reflejo y complemento de quien lo ocupa.
Ya sabes que una de las mayores satisfacciones será ver que tu hijo va creciendo y va siendo consciente del bienestar que se respira en la vivienda. Un niño que desarrolla todas sus aptitudes y vive en un entorno equilibrado, es un niño feliz. Para ello, su base es la familia y la proyección es la propia casa. Vuestra casa es la envolvente donde se generan los mejores recuerdos desde la niñez.
El espacio que te rodea es donde te proyectas. No vale cualquier pared, ni cualquier superficie. Hay una zona para cada aspecto de la vida y para cada persona. Saber alinearlas supone el plus diferenciador entre un hogar armónico y una simple casa.
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Muy interesante el hecho de adaptar las habitaciones a la personalidad de cada persona que la ocupará. La mayoría de veces nos guiamos por la decoración y no tendría que ser del todo así. ¡Gracias por compartir el artículo! 😉
Muchas gracias por tu comentario.
Un saludo.
Hola Esther,
me ha encantado el artículo! Lo cierto es que nunca me había parado a pensar en la «necesidad» de adaptar las habitaciones a sus ocupantes. Sí, en los gustos, iluminación, muebles, sí, pero en adaptarlas a su carácter, sus cualidades y a su modo de ver el mundo, nunca.
Una pregunta, ¿que es el Fu Wei y el Yan Nien? Quizás lo hayas explicado en otro artículo, pero no lo he encontrado.
Gracias, y sigue así
Gracias por tu comentario, Jose.
En respuesta a tu duda, cada persona tiene asociadas 4 direcciones favorables desde el momento de nacer. Dos de ellas son Fu Wei, la dirección que fomenta el desarrollo personal y otra es el Yan Nien, dirección que contribuye a la mejora de las relaciones personales y comunicación. Las dos restantes son Sheng Qi, dirección que te enfoca al éxito profesional y Tien Yi, orientación que aporta buena salud y apoyos.
Estas direcciones se basan en el número Gua, número que define el grupo al que pertenece cada persona, Este u Oeste, según el año de nacimiento.
Un saludo.