Desde hace unos meses vivo en una casa en un entorno rural, casi en el campo. Hasta entonces, había vivido en diversas ciudades, grandes todas ellas, siendo mi mayor referencia Madrid, donde viví mi primera infancia y donde volví al empezar la universidad.
He estado instalada siempre en viviendas en bloque, he vivido en un primero, en un segundo y en un quinto piso. Si tuviera que elegir me quedaría con la experiencia de vivir en el segundo piso, por practicidad (no tienes que usar el ascensor) y por confort térmico (estás resguardado por todos los lados).
Me gustaba vivir en comunidad, aunque el contacto con los vecinos en estos tiempos que vivimos no suele ser habitual, me sentía acompañada. En cambio, vivir en una casa unifamiliar, me generaba inseguridad y desprotección.
Pues bien, circunstancias de la vida, me llevaron a dejar la ciudad y trasladarme hace unos meses a las afueras de un pueblecito, a unos 45 km de Madrid.
Esto puso de manifiesto una lucha interior en forma de resistencia al cambio, al salir de lo “conocido”, de la cuidad, del terreno en el que mejor me desenvolvía.
Algo por encima de mi pensamiento racional me hizo aceptar el reto. Decidí vivirla, y alinear mi información con la información de ese lugar, que puede ser infinita, pero solo mi actitud y mis acciones lograrán conectar con mi propia experiencia, la que verdaderamente necesito para evolucionar.
La casa me llegó sin selección previa, sin un análisis feng shui, que me diese pistas. No era mi casa ideal, ni el entorno soñado, pero elegí vivirla. Elegí desenvolver mi propio patrón inconsciente en ella.
Fui a ciegas, con la confianza de que el camino se hace al andar. Esa era la casa, era mi experiencia futura: la conexión estaba dada.
Todo lo que nos rodea es energía, vibración y frecuencia, es decir, posee información, al igual que el ser humano. Cuando nuestra energía e información se alinean con la del entorno, se establece un vínculo. Es la elección inconsciente del lugar, la llamada interna que requiere las vivencias que allí se van a establecer.
Era momento de hacer balance de la situación, ver lo que había y lo que podía ser susceptible de modificarse. En definitiva, conocer las herramientas y cómo manejarlas.
Hice un análisis en tres fases: entorno, parcela y vivienda, y, por último, el análisis personal, siempre tomando como base feng shui clásico, pero también bazi, numerología y otras disciplinas que manejo en mi día a día.
A medida que estudiaba la información del lugar me iba dando cuenta de un patrón complicado. Su configuración revelaba diversas dificultades que afectaban gravemente al bienestar físico y emocional de las personas, como así fue en su pasado.
En cambio, también proyectaba crecimiento, positividad, avance, solo que había que estar dispuesto a afrontar ese cambio de patrón.
¿Estamos dispuestos a asumir el reto?
EL ENTORNO
El primer paso es conocer el entorno, cómo es el paisaje, su orografía, los flujos, la orientación de entrada y salida. Esto ofrece las primeras pautas del lugar, asociadas al inconsciente colectivo. Gran parte de las viviendas de un entorno comparten las mismas características del paisaje, por tanto, a rasgos generales, las personas se vinculan con la misma información.
En este entorno, predominantemente yin, se sitúa a la mujer en el eje principal, es decir, como figura relevante en la toma de decisiones y acciones.
A la vivienda se puede acceder de dos formas, desde arriba (orientación este-oeste) o desde abajo (orientación oeste-este) y un dato curioso reveló que no es lo mismo. De hecho, modifiqué mi rutina de acceso.
LA PARCELA
Al actuar en la parcela hay que tener dos cosas en cuenta, por un lado, la ubicación de piscinas, fuentes y pistas deportivas, y, por otro lado, la ubicación de estructuras yin, masas arboladas, cobertizos, etc.
Las actuaciones en el entorno van generando información, y para que esta información se manifieste, necesita la presencia de las personas. Puede ser la presencia única del individuo, sin más, o su presencia a través de la vivienda.
Por ejemplo, si ubicamos una piscina en una parcela en una posición determinada, generará un vínculo con la persona, traducido en una experiencia determinada. No necesita existir una construcción para que esta circunstancia se dé. Esto es así porque una parcela es un espacio acotado y delimitado y los datos son medibles. Sin personas no hay influencia, pero sin construcciones sí la hay.
Al añadir una vivienda en un espacio acotado, existe otro canal de transmisión, distinto pero conectado con el entorno. Tenemos dos canales de información, que interactúan con las personas.
Toda esta información es energía, frecuencia y vibración que se plasma en la experiencia de vida de las personas en todos sus ámbitos, según la energía, frecuencia y vibración de las personas y sus datos inconscientes.
Situamos la piscina al Sureste, favorable para el periodo 9 (2024-2044), donde se sitúa el palacio Zhui Shen, responsable de la prosperidad generada por medios no convencionales. Esta decisión fue un verdadero quebradero de cabeza. La segunda opción era situarla al Sur.
Cada opción tenía sus pros y contras. Ya que cada una tiene dos canales de información: positivo, negativo, corto o largo plazo. Pero como pasa siempre, el hombre propone y dios dispone… Y así fue. Aunque la segunda opción era más atrayente para mí, finalmente, por cuestiones técnicas hubo que hacer la primera opción, situar la piscina Sureste. Supuso aceptar el reto y asumir la experiencia que iba a suponer para nosotros.
EL INTERIOR DE LA VIVIENDA
En el interior son dos los lugares más importantes a tener en cuenta, como ya comenté en este artículo, sobre los diez estancias con mayor repercusión, la puerta de entrada y el dormitorio principal. La puerta a corto plazo está bien situada. De cara al periodo 9, nos replantearíamos cambiar su ubicación, que ya tenemos en mente, y que formaría parte de una segunda fase.
Así que cambiamos todos los acabados, suelos, puertas, ventanas. Reformamos baño y cocina por completo y la acción más importante fue la del cambio de dormitorio.
La casa tenía una buena distribución, pero el dormitorio principal representaba la parte más difícil, donde se ponía de manifiesto el mayor aprendizaje de vida para una persona. Un reto que no siempre es posible superar, pudiendo acabar con el desplome de varios pilares fundamentales en la vida de una persona.
En cambio, había una luz esperanzadora. El dormitorio más pequeño tenía los mejores requisitos de la vivienda para ser utilizado como dormitorio, y, además daba la oportunidad de una buena orientación para la pareja. Así que moviendo dos tabiques y cambiando de lado el armario de la habitación contigua dimos con una opción fantástica. Un lugar de donde surge la creatividad, la inteligencia y el crecimiento.
En próximos artículos te comentaré qué hice con la estancia destinada antiguamente a dormitorio principal.
Como ves, me consideraba una persona de ciudad, amante de las calles bulliciosas, de la actividad cultural y con poca relación con la montaña o el campo. Pocas veces he realizado rutas por la montaña o el bosque, donde finalmente conseguía entrar en contacto con la naturaleza al llevar un largo camino recorrido. Contacto que volvía a perder por completo a la vuelta.
Ahora estoy reconciliándome con la tierra, entrando en contacto con ella y aprendiendo a vivir en el presente con cada pequeño detalle. Me estoy conociendo mejor y aceptando una parte de mi de la que no era consciente. Quizás siempre haya sido más de campo que de ciudad, pero nunca me permití asumirlo.
En este lugar he conectado con una parte desconocida de mí. Estoy segura de que me esperan grandes retos y grandes logros, que sin duda he de proyectarlos aquí. De hecho, ya lo están.
Como ves, un entorno y su arquitectura son un medio de expresión inconsciente vinculado a la información del individuo. Nosotros elegimos decir sí o no a la experiencia, y en qué medida nos proyectamos en los espacios que habitamos. Anticiparse a este momento es la clave que permite utilizar la arquitectura como un método inmejorable autoconocimiento, aprendizaje y sanación espiritual.
¿Y tú? ¿Has cambiado la ciudad por el campo? ¿Cómo has afrontado tu cambio de residencia?
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