Uno de los últimos análisis que he realizado tenía como objeto saber si la casa que habían ideado los clientes les haría sentirse a gusto y les proporcionaría una buena relación de pareja y un buen estado de salud. Estas son premisas muy comunes, aunque no todas las personas las viven de la misma manera.
Para conseguirlo: ¿cuál es tu grado de implicación? ¿qué posición ocupan estos deseos en tu escala de valores?
Al principio la implicación es máxima, al igual que el valor que le damos a estos deseos. Sin embargo, a medida que avanzamos en el proceso, aparecen las primeras resistencias, que se reflejan en el boceto de la casa ideal.
Como ya he comentado en otros artículos, tenemos a nuestra disposición multitud de soportes en los que proyectarnos: la pareja, el trabajo, la forma de vestir, de expresarnos e incluso el lugar donde vivimos.
Estos soportes nos hacen de espejo de nosotros mismos. En ellos reflejamos nuestro ser; se convierten en los mejores maestros para trascender situaciones y evolucionar. Es más fácil ver fuera lo que uno es por dentro, y, quizás menos doloroso.
Tanto si nos gusta lo que vemos y sentimos como si no, todo ello está en nosotros. Cuando nos gusta una persona y vemos sus cualidades positivas, esas cualidades también están en nosotros.
En cambio, cuando ese espejo nos muestra lo que no nos gusta, nos irrita o nos hace sentir mal, es la situación perfecta para cambiar en nosotros lo que, en esa otra persona, objeto o lugar, vemos. Y casi siempre está referido a la falta de amor hacia uno mismo.
Si tú sabes amarte y valorarte no vives en el miedo sino en el amor. Cuando te quieres sabes ver el amor en todo lo que te rodea, ya sea material o inmaterial. Cuando tú cambias todo cambia.
¿Y qué mejor espejo que tu casa?
La vivienda es otro holograma del ser humano. Refleja las situaciones que has vivido, vives y vivirás en ella.
Este holograma describe tus fortalezas, tus debilidades, tus retos, en todos los ámbitos: relaciones personales, profesión, pareja, hijos, situación económica, salud… La calidad de todo ello depende del amor hacia ti mismo, de tu frecuencia, de tu nivel energético, que es el mismo que la frecuencia e información que existe en ese momento en ese lugar. Sólo hay que ensamblar las piezas correctamente para que cada experiencia sume positivamente en tu vida. Para ello, tenemos que llegar al instante donde nuestro nivel de consciencia no ofrece resistencias al cambio.
Pues bien, el caso que te comentaba al principio ejemplifica esta situación de resistencia.
Al analizar el conjunto del proyecto, por un lado el paisaje, (la ubicación de la parcela en el entorno, las orientaciones) y por otro lado, la distribución interior planteada, ambas informaciones ofrecían una vivienda con grandes perspectivas profesionales, estatus, promoción y creatividad. En cambio, era complicado conectar con la experiencia de una relación sentimental positiva y una salud perfecta. Para conseguirlo, eran necesarios ciertos cambios en la configuración interna de la vivienda.
Cada apartado de la casa posee una estructura energética determinada, una vibración cuya información está encaminada a desarrollar una vivencia concreta, positiva o negativa en relación con un aspecto de la vida.
Cuando los usos de cada habitación no están acordes con esa estructura energética, la experiencia de vida será poco o nada satisfactoria.
En este caso, el dormitorio principal estaba situado en un lugar yang, es decir, un lugar afín al aspecto material de la vida, y en conflicto con las relaciones personales y la salud. Además, la ubicación de la cama no favorecía a ninguno de los dos miembros de la pareja.
Sin embargo, el cliente no quería renunciar a tener en su dormitorio las vistas que desde ese lugar se observaban. Por lo que no era negociable un cambio de ubicación de la habitación. Así pues, la escala de valores da un giro con respecto a las premisas iniciales.
LA RESISTENCIA AL CAMBIO
Esta situación es muy común. Cada persona necesita un ambiente concreto, aquel que considera más acertado según sus necesidades. A veces no es el ambiente el perfecto sino el que necesita y está alineado con su vibración. Hay que aceptar el proceso de esa persona y evitar forzar otra decisión.
Una casa puede ser maravillosa, con unas vistas espectaculares, una distribución práctica y una decoración a gusto del cliente. Sin embargo, estas son circunstancias externas a uno mismo, no conectan con la esencia del lugar, no se vinculan con la energía e información del entorno para generar una buena experiencia de vida. Eso no da la felicidad a largo plazo.
Pero a veces es difícil de asimilar, no estamos sintonizados con la energía sutil que nos envuelve. La consecuencia será que las situaciones por las que atraviesen sus habitantes serán más difíciles.
Volviendo al caso del que hablaba, la pareja tiene una vida profesional satisfactoria y desean mejorar su relación. Al proyectar esta casa, aún no han trascendido este aprendizaje, por lo que se volverán a dar en ella circunstancias similares a las ya vividas. La futura casa les provee de una vida cómoda en lo material, pero con retos en lo personal. Ahí está su aprendizaje. Deben tener esa experiencia de vida para activar su nivel de consciencia, aprender, evolucionar y sanar.
Si hubiesen trascendido ya este aprendizaje, verían con otra perspectiva los cambios recomendados, tendrían mayor flexibilidad, lo verían todo claro y se hubiesen llevado a cabo las modificaciones. Pero no es su momento, e inconscientemente encuentran la excusa perfecta, esa resistencia que les impide renunciar a las vistas o reubicar el dormitorio.
Pero insisto, es lo correcto para ellos, cada persona tiene sus tiempos y su frecuencia. Necesitan vivir y experimentar por sí mismos la experiencia de ese reto y superarlo con consciencia.
A su favor, ambos poseen en su personalidad los elementos de equilibrio necesarios en ese sector de la casa. Por un lado, la flexibilidad, la comunicación y la fluidez y por otro, la templanza, la atención y la empatía. Agua y tierra respectivamente. Estas herramientas serán las que deban utilizar para superar ese desafío.
Pero sobre todo necesitan amarse a sí mismos. Solo así podrán amar y aceptar a quien tienen a su lado.
Tu casa te ofrece mucho, muchísimo más que el hecho de que sea bonita, cubra tus necesidades y que te sientas a gusto en ella. Te ofrece la capacidad de evolucionar, de darte cuenta de tus experiencias de vida, de trascenderlas y de ¡volar!
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Hola mi nombre es Mabel soy de Barcelona y quiero reformar según el feng shui, cómo contactar?
Hola Mabel, puedes contactar a través de la página de contacto del menú superior o bien a través del servicio vivienda/proyecto de reforma del menú superior, comentándome tu caso. Gracias y un saludo.