Ahora más que nunca es posible establecer relaciones entre las personas y los espacios, por encima de lo que perciben los sentidos. Son varias las disciplinas que a lo largo de los siglos han intentado dar respuesta a este vínculo, pero casi siempre se han quedado en la superficie de lo perceptivo.
Sin embargo, hay mucho por dar a conocer. Somos seres espirituales, nos proyectamos en todo lo que nos rodea. Si recogemos los datos de estas proyecciones, nos daremos cuenta de que nos hablan de pensamientos, acciones y personalidad, los tres aspectos que miden nuestro nivel de consciencia.
Según el Biólogo celular Bruce Lipton, las personas somos el producto de nuestro entorno. Nuestro ADN se moldea a través de los mensajes energéticos que percibimos del exterior. Las células de nuestro cuerpo captan estas señales y van marcando patrones neuronales, conducidos por el cerebro frontal, responsable de nuestros pensamientos.
Estos pensamientos, que se almacenan en nuestra mente subconsciente, generan una emoción que determinará nuestras acciones inmediatas, dando forma a nuestro ser.
Entonces, podemos afirmar que las emociones que nos provoca un lugar vienen predefinidas por lo que perciben nuestros sentidos, es decir, lo que percibe nuestra mente consciente.
Pero como dice Joe Dispenza, apenas percibimos un 5% de toda la información que existe a nuestro alrededor. La mente consciente no es capaz de ir más allá porque funciona en modo automático, sobre todo, a partir de los 35 años. Es en esta edad cuando todos nuestros programas están instalados en nuestro subconsciente, que es el almacén al que nuestro cerebro recurre para saber cómo actuar. Como los programas los tenemos asumidos, el cerebro vuelve a actuar igual una y otra vez, es decir, de manera inconsciente, sin pensar.
Iguales pensamientos implican iguales emociones, y, por lo tanto, mismas experiencias (positivas o negativas). Es la reafirmación de nuestro ser.
Dicho esto, si nosotros solo percibimos un 5% de lo que nos rodea, ¿Significa que estamos limitados? ¿Vivimos en función de nuestras experiencias pasadas, de lo que ya conocemos?
Ciertamente así es. Un lugar nos puede gustar más o menos, puede hacernos sentir frío, calor, bienestar, concentración, descanso, estar en alerta, etc. La neurociencia nos dice que esto es debido a las señales que percibimos a través de nuestro cerebro y cómo éste interpreta la información. Esta interpretación genera una emoción (dentro del archivo subconsciente) que determina nuestra acción y nuestro ser.
De esta manera elegimos lugares para vivir que nos encajan con lo que ya conocemos y queremos y con lo que ya conocemos y no queremos. Todo ello a partir de estímulos externos.
La buena noticia es que podemos cambiar esta percepción. Podemos ir más allá de lo que nuestros sentidos nos dictan, podemos abrir ese 5% consciente, cambiar nuestros pensamientos, nuestras emociones y, en definitiva, nuestro ser. Sólo así es posible generar nuevas experiencias que sean positivas y de evolución personal.
En un espacio determinado ya está definido nuestro patrón mental incluso antes de instalarnos en él. Co-creamos nuestra realidad y trazamos multitud de conexiones invisibles. Una de estas conexiones nos las ofrece el entorno y el espacio físico que habitamos.
Cada estancia de la vivienda tiene una parte de información de lo que somos. Y esta información tiene todas las posibilidades, a favor o en contra de un transcurso agradable de la vida. De esta manera, la arquitectura, junto con otras disciplinas como feng shui, es un medio mediante el que podemos testar qué experiencia de vida nos espera y cómo debemos actuar para que el aprendizaje sea evolutivo.
Ser conscientes de cada aspecto de nuestra vida es el primer paso. Si hay algo que no nos gusta cómo transcurre, podemos cambiarlo. Hay que ir midiendo resultados, desde que llegamos a casa, pasando por cada momento que vivimos en ella.
- Cómo te sientes cuando llegas a casa.
- Qué calidad de relaciones estableces con tus familiares.
- Qué objetivos consigues cuando trabajas en casa.
- Cuánto duermes y si realmente el sueño te repara.
- Cómo se desarrollan tus asuntos, finanzas, salud, relaciones…
Lo que vives se proyecta en un lugar y momento dados. Si no te gusta cómo se desarrolla tu vida, puedes cambiarla, asumiendo tu responsabilidad. Vivimos lo que vivimos porque es necesario para tomar consciencia, aprender y evolucionar.
Pero muchas veces, no podemos cambiar o no queremos. Por eso, una estrategia es actuar en el entorno, cambiar lo que es externo a nosotros como una manera holística de trabajar en nosotros mismos.
Cuando se realizan cambios en casa, estamos incidiendo en nuestros propios cambios internos porque estamos modificando un patrón predefinido. Nos abrimos a otros puntos de vista, ya sea tirando tabiques, modificando usos de las estancias, ampliando una zona de la casa, etc. Cada acción de este tipo desarrolla nuevas conexiones y, cuando la acción es la adecuada, esa conexión manifestará una experiencia de vida del más alto nivel vibracional.
Para ver la dimensión de estos cambios y anticiparse a los resultados, hay muchas herramientas. Yo utilizo la base del feng shui clásico, adaptado al desarrollo personal.
Conocer la casa es conocer a la persona y ayudarla a evolucionar emocional, física, mental y espiritualmente es la misión de la arquitectura consciente y holística. Es decir, una arquitectura que tiene la responsabilidad de favorecer la experiencia de vida de las personas a un nivel mucho más elevado.
Si quieres moldear tu vida, deberás basarte en las señales de tu entorno. Si estás dispuesto a cambiar tu entorno, serás lo que quieras ser y conseguir lo que quieras conseguir. Cree en ti mismo. Si buscas un lugar adecuado, un lugar afín a ti te está esperando. Entrénate en aquello que deseas.
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