La manera en la que se proyecta una vivienda repercute en todos los aspectos de la vida de sus ocupantes. Y no sólo en la salud, sino también en la estabilidad económica o en la armonía familiar. Tener un conocimiento consciente del entorno en el que se vive, de la estructura del paisaje y por supuesto de la propia distribución arquitectónica, supone una clara ventaja de antemano.
Todo lo que nos rodea, supone un impacto en nuestra vida, pero quizás en la salud, es donde somos más vulnerables porque creemos que es algo que se escapa de nuestro control.
Actuamos por impulsos y aprobamos todo aquello por lo que sentimos una conexión emocional. Así, cuando elegimos una vivienda o una distribución, no es porque pensemos que es lo mejor para uno mismo, sino porque realmente es lo que precisamos en ese momento; necesitamos esa experiencia que vamos a desarrollar en ese lugar (buena o mala) para pasar al siguiente nivel. Esa es la conexión real. De esta manera, se nos facilita el camino, sin control por nuestra parte (aunque pensemos lo contrario).
Son muchas las personas que me transmiten su preocupación por problemas de salud, y desean, que a través de una reforma o de un proyecto de construcción se pueda dar solución o minimizar sus causas.
Mi respuesta es que, ciertamente, la arquitectura puede ayudar a equilibrar la salud, pero si existe un problema será siempre fruto de un cúmulo de circunstancias y un desencadenante en un momento dado.
La manera de ser de una persona, de pensar, de expresarse y de actuar son aspectos que tienen que ver con su fortaleza emocional y física. Un desequilibrio en estos factores supone una merma en su energía vital. El entorno y el interior de la vivienda son los agentes externos lo ponen de manifiesto porque son las conexiones con esa persona a lo largo de su vida.
EL ENTORNO DE LA VIVIENDA
El entorno en el que se sitúa una vivienda es el primer paso a la hora de determinar la idoneidad de un emplazamiento. Diversas estructuras del paisaje como edificios en mal estado, proximidad de granjas, vertederos y polígonos industriales alteran la calidad energética del ambiente que les rodea, a nivel visual o contaminante por la emisión de residuos tóxicos.
Las líneas de telefonía y alta tensión, antenas, radares, subestaciones etc, generan campos electromagnéticos artificiales que influyen negativamente sobre el medio que les rodea.
Estos vicios en el ambiente se traducen en una disminución del nivel energético del entorno, que es lo que realmente afecta al ser humano. Los seres vivos se minimizan con su entorno, si éste posee un nivel energético bajo, tras una permanencia prolongada en esos lugares, el nivel energético del cuerpo humano baja, y, a la larga enferma.
Este nivel energético está referido a la energía universal, la energía que genera toda vida existente y que no es posible medir por métodos científicos. Por esta razón, no es posible evitar o minimizar estas alteraciones del ambiente por elementos externos. Tan sólo es posible contrarrestar sus efectos mediante una adecuada distribución del interior de la vivienda y elevando el nivel energético de la persona mediante técnicas de revitalización cuerpo-mente.
EL INTERIOR DE LA VIVIENDA
La arquitectura es el mapa mediante el cual es posible interpretar las experiencias de una persona. Cuando notas un problema, en tu vivienda se muestran los indicios de lo que puede estar ocurriendo. De esta manera, se convierte en tu propio espejo.
Se conoce con el síndrome de la casa enferma, aquella casa afectada por contaminación tecnológica (motores, electrodomésticos…) y contaminación ambiental debida a humedades, acumulación de polvo, falta de ventilación o materiales tóxicos. La solución a estos problemas es un cambio de actitud y de consciencia, porque en la mayoría de los casos no se les presta atención suficiente ya que la mente está ocupada en otros asuntos.
Tu casa habla de ti, y estos indicios “visibles” son los más fáciles de solucionar.
En cambio, hay otros factores que no son visibles a simple vista y que deben estar planteados desde el inicio.
Una distribución bien planteada a efectos de la salud tiene en cuenta los sectores más adecuados para la ubicación de los espacios pasivos o espacios yin, como los dormitorios. Del mismo modo, tiene en cuenta en qué sectores hay que evitar situar las zonas de mucho tránsito, como la entrada principal o el salón, cuando la cualidad energética del lugar entra en conflicto con temas relacionados con la salud.
Por otro lado, una distribución bien planteada también tiene en cuenta la orientación de la cama, según la mejor dirección para cada miembro de la familia así como su ubicación dentro de cada habitación.
Para todo ello es indispensable realizar un estudio del lugar y un diagnóstico basado en feng shui. Este estudio es cada vez más solicitado en un proyecto de arquitectura por las garantías que puede ofrecer a corto, medio y largo plazo en la calidad de vida de las personas.
Una buena vivienda no es la que absorbe los efectos nocivos del ambiente sino la que los evita. Y es la persona la que, con su actitud frente a la vida, es capaz de sortear los obstáculos que merman su salud emocional, y, en consecuencia, su salud física.
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