Hace años, un antiguo cliente llamó al estudio en el que yo colaboraba para comentarnos que por razones económicas tenía que reducir su local a un tercio de su superficie actual. Esto me dejó en shock. Su local era uno de los mejores proyectos que habíamos realizado, de esos casos excepcionales donde el presupuesto no era un problema. Recuerdo el detalle con el que lo llevamos todo a cabo, la implicación y la satisfacción final por parte de todos. Pues bien, al cabo de apenas tres años, el local estaba al borde de la quiebra.
También recuerdo el caso de otra persona que al poco tiempo de realizar una obra considerable en su casa, nos dijo que aceptó un gran puesto en una empresa de la competencia, conoció al que es hoy su marido y estaba a la espera de gemelos. Todo eso en un espacio muy corto de tiempo, por lo que quería readaptar el espacio a estas circunstancias actuales. Estaba espléndida, llena de entusiasmo y con ganas de seguir haciendo cosas. Vamos, que la vida le sonreía en todos los aspectos.
Esto me llevó a reflexionar sobre los cambios que suponen las reformas en la vida de las personas. Son acontecimientos aparentemente llenos de ilusión en los que se le da forma a un negocio o a una nueva casa, se visualiza el lugar que tendrá cada cosa, el tipo de muebles y decoración, etc. Pero al final, el resultado en la vida de esa persona no siempre es el esperado. Y he enfatizado “en la vida”, porque eso, en definitiva, es lo cuenta. Fue entonces cuando comencé mi andadura por el camino de una arquitectura consciente, capaz de generar experiencias positivas a sus habitantes.
No se puede medir el grado de satisfacción de una reforma por el aspecto estético, funcional, por la rapidez de la obra o el buen trato con los distintos profesionales que intervienen. Esto es importante, pero a muy corto plazo.
A medio-largo plazo, lo verdaderamente importante son las experiencias que se viven en esos espacios. Para un negocio, lo importante son ante todo, las ventas, pero también el ambiente laboral. En cambio en una vivienda, es indispensable la buena relación familiar o las oportunidades para sus diferentes miembros, entre otras muchas cosas.
Lo que define realmente el grado de satisfacción en la vida de una persona es la calidad de las experiencias vividas en esos espacios, la evolución personal, el crecimiento mental, físico, emocional y espiritual que experimenta una persona en el espacio-tiempo. Es decir, la calidad de la evolución de su vida en un tiempo determinado mientras ha habitado un espacio determinado.
Si un proyecto de construcción o de reforma no plantea estas premisas, es un proyecto vacío. Si un proyecto no ha ayudado a las personas al cabo del tiempo, irremediablemente, la arquitectura ¡ha fracasado! Los arquitectos no podemos “escurrir el bulto” ante estas situaciones. Es nuestra responsabilidad, pero no todos están dispuestos a asumirla. Para ello es necesario un cambio de consciencia, tanto por parte del cliente como por parte del arquitecto.
Pero ¿cómo afectan las reformas o mudanzas en la vida de las personas? ¿Es posible conocer el alcance de estas acciones a corto, medio y largo plazo? ¿Es posible que la arquitectura pueda dar respuesta a estos asuntos?
Pues afortunadamente, SÍ, es posible: mediante una arquitectura consciente.
Según Martin Seligman, padre de la psicología positiva, los elementos que elevan el grado de felicidad de una persona se basan en aumentar lo siguiente:
– Las relaciones y las emociones positivas.
– El compromiso con uno mismo, poniendo en práctica las fortalezas personales.
– El sentido del propósito y el logro, estableciendo metas que motiven a conseguirlas.
La arquitectura consciente es capaz de generar todo esto porque se basa en una intención, lo que a mí me gusta llamar objetivo vital.
Cuando te mudas a otro lugar o cuando haces una reforma, lo que quieres es sentirte bien, dejar atrás situaciones complicadas, apostar por una vida mejor o ganar en calidad de vida. Sin embargo, una elección “a ciegas” o no consciente, supone una gran incertidumbre sobre si te irá bien o no. O quizás ni siquiera te lo planteas. Si para ti, el cambio basado en un precio, un estilo decorativo o un tipo de mobiliario es suficiente, sin profundizar un poco más, probablemente, para ti, tu vida depende de circunstancias externas, no de ti. No asumes tu responsabilidad.
En cambio, si para ti, tu vida depende de ti, de tus acciones y de tu motivación, entenderás que el lugar en el que vives tiene un papel fundamental. Tú decides, te planteas las cosas, te preguntas si la distribución de ese espacio es la adecuada para tu actividad, para fomentar las ventas, para el equilibrio emocional de tu familia, para desarrollar tu creatividad o tu talento, etc.
Cada lugar tiene una cualidad (no siempre visible), lo mismo que cada persona y la arquitectura las debe equilibrar mediante el uso correcto de cada espacio por encima de criterios estéticos o funcionales. No sirve cualquier lugar para cada persona, porque cada persona es distinta y tiene objetivos de vida distintos.
El objetivo de vida de una persona está muy por encima del resto de cosas, es lo que le hace vibrar, lo que supone un motor indispensable en su día a día, lo que revoluciona su ser interior: familia, reconocimiento, economía, salud, desarrollo personal, etc.
La arquitectura consciente tiene la capacidad de medir los aspectos de la vida de una persona y acoge, en el lugar apropiado a cada objetivo vital en el espacio y en el tiempo, con conocimiento y con rigor.
Pero no siempre esto es posible. No siempre lo que queremos es lo que creemos que nos hará felices. Tenemos lo que necesitamos en ese momento y debemos encaminarnos a lo que queremos.
Puede que para los dueños de aquel local que te comentaba al principio, no fuese su momento de invertir en una gran reforma o no era ese el local más adecuado. Con un análisis previo, se hubiese podido actuar de otra manera y tomar otras decisiones. En cualquier caso, todas las circunstancias están ahí para aprender de ellas, para sentir y ser conscientes del papel que desempeñamos en esas situaciones y crecer.
En cuanto al segundo caso, era evidente que se trataba de una persona conectada con la vida, de esas que de manera intuitiva se encaminan hacia todo tipo de experiencias positivas, de forma totalmente natural.
Y tú, si te planteas una reforma o cambiarte de piso ¿has pensado en tu objetivo vital?
Totalmente en sintonía, es un maravilloso acercamiento a la experiencia de coocrear un espacio sensible con la vida
Gracias Diego.
Querida Esther, siempre arrojando luz con tu mirada atenta y consciente. ¡Muchas gracias por compartir!
Gracias Marta 🙂
Gracias Esther.
Gracias para mi es un honor disfrutar sus articulos, regalos maravillosos de luz,amor,sabiduria, que contribuyen a mejorar nuestro estilo de vida. Muchas bendiciones.
Gracias Amor.
Namaste
Divinidad gracias por multiplicar este bien en bendiciones y todo lo bueno
Gracias a ti por tu interés, Rosa.
Un saludo.
Genial visión para sentar las bases de un proyecto Esther.
Sin duda aspectos a tener en cuenta siempre para llevar a buen puerto las ideas de nuestros clientes.
Gracias Esther por este enfoque.
Un abrazo
Muchas gracias Oscar.
Un saludo.